Por Luis Miguel Romero
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Durante muchos años, la carrera y trayectoria del actor mexicano Enrique Álvarez Félix (1935-1996), quizá no ha sido reconocida de la manera justa y correcta. ¿La razón? Enrique fue el único hijo de la actriz María Félix (1914-2002), una de las grandes divas del cine mexicano. Y como sucede en muchos casos de hijos de famosos, muchas veces son opacados por el esplendor de sus progenitores (y en este caso, vaya que María era esplendorosa). Pero lo cierto es que detrás del mito y brillo de “La Doña”, Enrique construyó una carrera verdaderamente notable en cine, teatro y televisión. En esta ocasión, en este espacio de #RostrosLGBT+, se hace un merecido homenaje a la vida y obra de este gran actor.
Enrique Álvarez Félix nació en Guadalajara, Jalisco, México el 6 de abril de 1935. Como ya se mencionó líneas arriba, fue el único hijo de la actriz María Félix y de su primer marido, el vendedor de cosméticos Enrique Álvarez Alatorre. Enrique pasó los primeros años de su vida en Guadalajara, hasta que sus padres se divorciaron en 1937. Quique, como le llamaban en su círculo más cercano, vivió con su madre, primero en Jalisco y luego en la Ciudad de México. En 1941, su padre le llevó con él a Guadalajara sin el consentimiento de su madre. María le juró a su ex marido que algún día sería más influyente que él y que recuperaría a su hijo. Enrique se crió con su abuela paterna, Paz Alatorre, hasta el año de 1944, cuando su madre pudo recuperarlo con ayuda de su segundo marido, el cantautor Agustín Lara. Sin embargo, la floreciente carrera de María la llevó a buscar lo mejor para su hijo y decidió enviarlo a un Colegio Militar en Toronto, Canadá. Durante el resto de su vida Enrique manifestó la tristeza que vivió en aquella época de su vida, en la que tuvo una formación escolar de primer nivel, pero en completa soledad, reuniéndose con su madre en muy contadas ocasiones debido a los compromisos profesionales de ella.
En la década de los 1950s, Enrique finalmente volvió a México. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Autónoma de México, de donde se graduó con honores. El deseo de María era que su hijo se convirtiera en un diplomático notable, incluso soñaba con que llegara a ser presidente de México. Sin embargo, Enrique, desde muy temprana edad, había descubierto su verdadera pasión: la actuación. Cuando planteó a su madre la posibilidad de ser actor, ella mostró su negativa. Sin embargo, nada pudo hacer para evitar que su hijo se dedicara a su verdadera pasión. Ella sentenció:
“Tendrás que ser mucho mejor que yo”.
Enrique estudió actuación en el Instituto Andrés Soler de la ANDA. En 1964, con el apoyo del productor y actor Ernesto Alonso, debutó como actor en la telenovela “La vecindad”. Ese mismo año, consigue un rol secundario en la película “Simón del desierto”, dirigida por Luis Buñuel. La carrera de Enrique despunta inicialmente en el cine. Trabajó en filmes como “Los cuervos están de luto” (1965), de Francisco del Villar, junto a Silvia Pinal y “Casa de mujeres” (1967), de Julián Soler, con Dolores del Río. En televisión consigue su primer éxito como antagonista de la telenovela “Corazón salvaje” (1966).
En 1967, Enrique realiza uno de los roles más recordados de su carrera cinematográfica al protagonizar junto a la actriz y cantante Julissa la mítica cinta “Los Caifanes”, de Juán Ibáñez. A fines de los 1960s, estuvo a un paso de co-estelarizar junto a su madre una adaptación fílmica de la novela “Zona sagrada”, de Carlos Fuentes, pero el proyecto no llegó a concretarse.
Al talento histriónico de Enrique se le suma su enorme apostura. Era un hombre muy educado, de finos modales y pulcra apariencia. Su personalidad delicada y refinada, pronto hizo circular rumores sobre su sexualidad. Hoy en día, estos rumores se han confirmado por diversas fuentes. Sin embargo, durante mucho tiempo, su sexualidad fue considerada un tabú, no sólo por los prejuicios y censura de la época, sino también por la imagen y reputación de una estrella del calibre de su madre. Se sabe que la sexualidad de Enrique fue un tema tabú con María, siempre abierta a hablar de la diversidad sexual y a relacionarse con gente del colectivo en su círculo íntimo, pero que con su hijo, se mostró renuente a abordar ese tema. Con su padre la situación era peor. El actor recordaba que su padre le prohibió saludarlo de beso desde que era un niño, sentenciándole: "Los hombres no se besan".
Enrique encarnó personajes homosexuales, o al menos de sexualidad ambigua en su vida profesional. En 1968, interpretó a un hombre homosexual que deja plantada a su novia en el altar en la cinta “Tres noches de locura”, de José María Fernández Unsaín. En ese mismo año, interpretó a “Dorian Gray”, el ambiguo protagonista de la novela de Óscar Wilde en la adaptación en telenovela de “El retrato de Dorian Gray”. En 1971, él y el actor Milton Rodrígues encarnaron a una pareja homosexual en la censurada cinta “La primavera de los escorpiones”, de Francisco del Villar. Otro personaje de ambigua sexualidad lo interpretó en la cinta "El monasterio de los buitres" (1971), también dirigida por del Villar.
En la década de los 1970s, su carrera se enfoca más hacia la televisión y hacia el teatro, una de sus grandes pasiones. Debutó en los escenarios en la obra "Pato a la naranja" (1974), junto a Manolo Fábregas. Otras de sus obras más destacadas fueron “La novicia rebelde” (1976), junto a Lupita D’Alessio; “Drácula” (1978), “El hombre de La Mancha” (1980), “Los infieles” (1985), “Alerta en misa” (1992) y "Los encantos del divorcio" (1994). Mención especial merece su protagónico en la obra “Los culpables” (1981), donde levantó polémica al encarnar a un hombre homosexual en un campo de concentración nazi.
En la última etapa de su carrera, Enrique tuvo sus mayores éxitos en televisión. Participó en telenovelas clásicas como “Rina” (1977), junto a Ofelia Medina; “Colorina” (1980), con Lucía Méndez; “De pura sangre” (1985), con Christian Bach y Humberto Zurita, y “La sonrisa del diablo” (1992), con Rebecca Jones. Su última actuación fue en la telenovela “Marisol” (1996), protagonizada por Erika Buenfil.
Enrique fue muy discreto en su vida personal. En 1984, fue despedido de la telenovela “Tú eres mi destino”, luego de una especie de “limpia” que la cadena Televisa realizó de actores LGBT+ del medio por presiones políticas. Aquel suceso causó protestas en el mismo gremio artístico y el escándalo no pasó a mayores, permitiéndole a Enrique continuar con la telenovela. Durante años se habló de romances con otros hombres, pero ninguna de estas relaciones se han confirmado públicamente. La actriz Ofelia Medina ha revelado que Enrique llegó a pedirle matrimonio y a pedirle que tuvieran un hijo juntos. Y es que la paternidad fue un anhelo que Enrique manifestó en varias ocasiones públicamente.
Un rumor persistente que Enrique desmintió en varias ocasiones es que supuestamente padecía VIH / SIDA. Esta acusación jamás tuvo fundamento alguno.
Enrique Álvarez Félix “El Príncipe Actor”, falleció la madrugada del 24 de mayo de 1996 en su apartamento de Polanco, en la Ciudad de México, a causa de un infarto fulminante. Tenía 61 años. Su deceso paralizó a un medio artístico y a un público que le tenía aprecio y respeto. Es la única vez que su madre, la siempre estoica María Félix, se vió desolada públicamente. Enrique fue sepultado en el Panteón Francés de la capital mexicana, donde descansa junto a su madre y sus abuelos maternos.
A base de esfuerzo, talento y dedicación, Enrique Álvarez Félix se hizo de un sitio privilegiado en el mundo del espectáculo mexicano. Demostró satisfactoriamente y con creces, que no solo era “el hijo de María Félix”. Y en reconocimiento a su trayectoria profesional, se le brinda este breve homenaje en sentido “In Memoriam”.
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