Por Luis Miguel Romero
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Es maravilloso y reconfortante saber que el arte está más vivo que nunca en el mundo. Nuevas generaciones de artistas brillan con su talento a lo largo y ancho del planeta. Y más gratificante aún resulta el hecho de que, dentro de esta nueva camada de artistas que están dejando sólido legado artístico, algunos sean miembros del colectivo LGBT+, lo cual da un ejemplo más al mundo de que valemos mucho, por más que lo duden. En este espacio de #RostrosLGBT+, es momento de hablar acerca de uno de los representantes del arte pictórico mexicano que es un ejemplo perfecto de la diversidad en el mundo del arte. Si han visto unos maravillosos retratos de figuras infantiles con ojos grandes, saben a quién me refiero. Se trata de Erik Rivera “El Niño Terrible”.
Erik Rivera nació en 1979 en la Ciudad de México. De acuerdo a su testimonio, desde la infancia tuvo una gran inquietud por el arte. Estudió Diseño Gráfico en la UAM Xochimilco, inclinándose hacia la creación plástica. Cuando Erik era pequeño, tuvo que abandonar su casa durante veinte años. Este suceso de su infancia le marcó de manera especial y jugó un papel determinante para que la niñez fuera un tema primordial en su obra.
En 2001, a los 22 años de edad, fue seleccionado para exponer sus primeras obras en el Museo Universitario del Chopo, en el marco de la XV Semana Cultural Lésbico Gay. A partir de 2002, se integró al Museo de Arte Moderno, dentro del área de diseño editorial, diseñando y produciendo catálogos para connotados artistas o para la propia colección del museo. Fue justo en esa época cuando surge su apodo de “El Niño Terrible”. Resulta que la gente del INBAL le llamaba “El Niño MAM” (“MAM” = Museo Arte Moderno). Y cómo a casi todos los Erik les apodan “terrible”, Erik decidió conjuntar ambas cosas y definió su curioso seudónimo.
Fue en ese recinto donde Erik entró en contacto con el acervo artístico de figuras como Diego Rivera, Frida Kahlo, Remedios Varo o María Izquierdo, artistas que le sirvieron como una referencia crucial para definir su propio estilo pictórico.
En 2008, Erik realizó su primer retrato de una figura infantilizada con los ojos grandes, el detalle más característico de su arte. Se trata de “Niño con taco”, su reinterpretación de una obra de Diego Rivera. En la década de los 1930’s, Rivera realizó una serie de retratos infantiles donde destacaba los ojos grandes, lo cual demuestra la marcada influencia que el legendario muralista imprimió en Erik. Otro artista que influyó en Erik fue Francisco Clemente, conocido también por sus retratos con ojos expresivos. Frida Kahlo y su arte naif son, sin duda, otra influencia clara en Erik. Su retrato de Frida, “La niña de mis ojos”, es una de sus obras más populares.
Como se mencionó en las primeras líneas del artículo, el arte de Erik es conocido por sus retratos de figuras infantiles con los ojos grandes. Parte de lo que Erik pretende con su arte, es rescatar al niño interior y plasmar las virtudes de la infancia a través de sus obras. A través de la infancia, según sus propias palabras, se puede identificar lo que el ser humano lleva en el interior. La infantilización de las figuras famosas que él retrata, impacta positivamente al espectador, quién se siente atraído por una ternura natural, genuina y espontánea. Sin embargo, no hay que olvidar que finalmente, dichas figuras ya son adultas; a través del arte de Erik se vuelven niños, lo cual resulta un tanto confrontativo. Y como ya lo dice ese dicho popular “los ojos son el espejo del alma”. El hecho de que los retratos de Erik tengan esa particularidad anatómica, impacta aún más al espectador, quién ve en los ojos grandes un vehículo para adentrarse en el interior del personaje. Pero, paralelamente, esas miradas fijas de los ojos grandes de sus personajes, también tienen una intención de inquietar al espectador sobre temas que pueden considerarse tabú.
Entre sus retratos encontramos figuras históricas como José María Morelos, Benito Juárez o Maximiliano de Habsburgo; figuras religiosas como Jesucristo, San Miguel Arcángel o San Sebastián, y figuras del arte pop como el cantante David Bowie, el dueto Fangoria o el personaje ficticio “Luke Skywalker”, de la franquicia cinematográfica “Star Wars”, solo por mencionar a algunos.
El trabajo de Erik se ha exhibido en numerosos y destacados recintos y galerías, dentro y fuera de México: el Museo de la Mujer (UNAM), el Museo Casa Diego Rivera en Guanajuato (dentro del marco del Festival Internacional Cervantino), Laboratorio Arte y Variedades, en Guadalajara, Jalisco; el Museo del Chocolate, el Centro Cultural Universitario, en Morelia, Michoacán; el Centro Cultural Cholula, en Puebla, la Galería José María Velasco del INBAL, el bar Maximiliano, en Querétaro, e incluso en el Metro de la Ciudad de México. En 2020, Erik también ganó el concurso de cartel para difundir la colección del Museo Franz Mayer. Además, su obra se encuentra en colecciones privadas en Estados Unidos, Europa y Asia.
La diversidad sexual es también uno de los temas recurrentes en el arte de Erik. La exhibición de una serie de retratos de Erik titulada “Niños princesas”, fue exhibida en el 28 Festival Internacional de la Diversidad Sexual, en 2015. En ella homenajeó a algunos de los activistas LGBT+ más destacados de México. La comunidad LGBT+ ha acogido y respaldado con fuerza el arte de Erik. No es de extrañar que su obra “La danza del molinillo”, de temática LGBT+, pueda considerarse su trabajo más característico.
En 2017, Erik ganó el concurso para el cartel de la Marcha LGBTTTI de la CDMX, además de producir la imagen gráfica y editorial del Festival MIX, de cine y diversidad sexual, desde 2018. En este mismo año, la exposición “Maricón: desafío al desafío”, que contó con diez obras donde se critica, confronta y satiriza al machismo, se expuso con gran éxito en la Galería José María Velasco del INBAL.
Erik también ha compartido sus conocimientos y sensibilidad en el arte. Desde 2018, ha impartido clases de pintura en Art & Sip, en Polanco, CdMx.
Es placentero saber que Erik Rivera “El Niño Terrible”, es uno de los vehículos más del arte para mover fibras y emociones en los espectadores. El arte no conoce de ningún tipo de género, sin embargo, se resalta el hecho de que Erik sea miembro del colectivo LGBT+ como una prueba más de que la comunidad está presente en todos los medios, en todos los espacios, plantando bandera y aportando su grano de arena en este mundo en constante movimiento y evolución. El arte de Erik, es una aportación más que valiosa y no debe dejar de apreciarse siempre que se tenga la oportunidad.
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