Por Luis Miguel Romero
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Si habláramos de las personalidades que “se robaron el siglo XX” en México, sin duda alguna, Salvador Novo sería una de ellas. Escritor, poeta, historiador, Novo fue sin lugar a dudas un protagonista crucial de la escena mexicana. Brilló durante décadas en el ámbito, cultural, intelectual, artístico y social de México. Por ello, en este espacio de #RostrosLGBT+, echamos un vistazo a la vida y obra del llamado "Cronista de la Ciudad de México".
Salvador Novo López nació el 30 de julio de 1904 en la Ciudad de México. Creció en la ciudad de Torreón, Coahuila, Eventualmente regresó a la capital del país. En la preparatoria conoció a Xavier Villaurrutia y a Jaime Torres Bodet, jóvenes que, al igual que él, estaban a punto de hacer su debut en la escena intelectual mexicana. Con ellos fundó dos proyectos muy importantes: el teatro experimental "Ulises" (1927) y la célebre revista "Los Contemporáneos". Esta publicación, creada con el apoyo de la célebre intelectual mexicana Antonieta Rivas Mercado, reunió a un grupo de brillantísimas mentes que representaban el nuevo pensamiento cultural mexicano: José Gorostiza, Roberto Montenegro, Carlos Pellicer, Gilberto Owen y otros más. Hoy en día, la influencia que estos célebres cerebros tuvieron en la vida cultural y artística mexicana es incuestionable.
Más adelante se matriculó en la Universidad Nacional Autónoma de México, pues deseaba ser abogado. Sin embargo, abandonó esta carrera poco después para estudiar Filosofía y Letras e idiomas (hablaba italiano, francés e inglés, incluso algunas de sus obras están en este últmo idioma).
En 1941, Novo llega a Coyoacán, que sería su barrio de residencia hasta su muerte. En esa época colabora con el músico Carlos Chávez para crear el Instituto Nacional de Bellas Artes (1947). En 1950 adquirió un pequeño terreno en Coyoacán y transformó su capilla en un recinto teatral de su propiedad. "La Capilla" abrió sus puertas en 1953, y al día de hoy opera a las mil maravillas. Tan solo por estas dos aportaciones, Novo se quedó grabado eternamente en la historia cultural de México.
Colaboró varios años también para el periódico "Excelsior" y tuvo el privilegio de presentar sus obras de teatro en la televisión. También colaboró para el gobierno. Fue jefe de publicidad de la Secretaría de Relaciones Exteriores, jefe del departamento editorial de la Secretaría de Educación Pública y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. En 1965, el presidente Gustavo Díaz Ordaz lo nombró oficialmente "Cronista de la Ciudad de México".
Amigo íntimo y vecino de la diva cinematográfica mexicana Dolores del Río, Novo colaboró con ella traduciéndole todas sus obras de teatro. Novo y Dolores vivían en la calle Santa Rosalía en Coyoacán. Se dice que cuando renombraron la calle, ambos compitieron por ver a quién le daban el honor de bautizar la calle con su nombre. Novo fue el elegido.
Novo era abiertamente homosexual. A pesar de la época en que se vivía, a el nunca le importó esconder su orientación. Por ello le decían "El homosexual belicosamente reconocido y asumido". Nunca se le conoció una pareja oficial, aunque se dice que en su juventud tuvo un apasionado romance con Federico García Lorca. En 1948 Novo, como director de Bellas Artes, estuvo tras el montaje de "Un tranvía llamado deseo", de Tennessee Williams, dirigida por Seki Sano. El protagonista de la obra, el actor Wolf Ruvinskis, reveló haber sufrido acoso sexual de parte de Novo durante la temporada de la obra.
Novo era exhibicionista, mordaz, sarcástico y un poco burlón. María Félix decía que a ella no le gustaba su lengua viperina. A Diego Rivera, quién no le simpatizaba en absoluto, le dedicó unos versos muy mordaces titulados La Diegada.
Salvador Novo murió en su adorada Ciudad de México el 13 de enero de 1974. Su muerte fue profundamente resentida por todos los círculos intelectuales, culturales y hasta sociales de México.
En 2021, el ciclo teatral "Entre lenchas, vestidas y musculocas 2021", produjo la obra "Salvador Novo, un clóset de cristal cortado". El montaje fue dirigido por Guillermo Navarro, con un texto de Alejandro Román. Fue estelarizado por Gerardo González como Novo y representado en el Teatro Benito Juárez de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
Hoy en día, Salvador Novo está siendo tomado como un estandarte por un sector de la juventud mexicana homosexual intelectual que le ven como un modelo a seguir y han despertado un creciente interés de una nueva generación por su vida y obra.
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