Por Luis Miguel Romero
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Entre la galería de deslumbrantes estrellas que florecieron en el Cine mexicano, específicamente en su fulgurante Época de Oro, en los años 1940s y 1950s del siglo pasado, hubo una que quedó grabada en la memoria del público por su belleza, talento, autenticidad, carisma, versatilidad y deslumbrante personalidad. Una de esas mujeres que, literalmente dejaban sin aliento a aquellos que la admiraban sobre un escenario o a través de las pantallas de cine y televisión. Alta, sensual, de rostro muy atractivo, de físico exuberante, abundante cabellera negra y un talento nato para mover el cuerpo al compás de los ritmos tropicales más diversos que imperaban musicalmente en la época, esta mujer es considerada una de las figuras cumbre de un género cinematográfico endémico de la cinematografía mexicana: el Cine de Rumberas. Hoy en día, es la última superviviente de aquellas Diosas tropicales que iluminaron la Gran Pantalla. Este espacio de #Divas, rinde homenaje en esta ocasión a "Su Majestad La Rumba": Rosa Carmina.
Rosa Carmina Riverón Jiménez nació en La Habana, Cuba el 19 de noviembre de 1929. Fue la menor de los cuatro hijos de Juan Bruno Riverón y de Encarnación Jiménez. Desde temprana edad, Rosa Carmina mostró inclinación natural por las artes escénicas y estudió en la Escuela de Danza de Cuba. Su descubrimiento fílmico, bien podría servir como inspiración para una película. El actor, director y guionista español, afincado en México Juan Orol (1897-1998), se separa personal y profesionalmente de la rumbera cubana María Antonieta Pons e inicia una exhaustiva búsqueda para encontrar a su nueva musa cinematográfica. Orol viaja a Cuba y convoca a un concurso para buscar a su nueva estrella, sin éxito alguno. Más cuando parecía haberse dado por vencido, su publirrelacionista en Cuba le habla sobre una singular mujer que acaba de descubrir en una fiesta a la que acudió como invitado. Era la graduación de bachiller de Juanita, hermana de Rosa Carmina. Un incrédulo Orol acude a la reunión y queda impactado al admirar la belleza de una Rosa Carmina en la flor de su juventud.
Sin más, Orol se empeñó en llevar a Rosa Carmina a triunfar en la Gran Pantalla en México. La misión no fue sencilla. Rosa Carmina era hija de familia y estudiante, por lo que el director no tuvo más remedio que llevarla a México cobijada por su familia, con la promesa de filmar una sola película.
Rosa Carmina debuta en el cine mexicano en 1946 en la cinta "Una mujer del Oriente", filmada bajo la batuta de Orol e interpretando (aunque suene extraordinario), a una espía japonesa. Juan Orol se convierte en su mentor y pronto la consagra como una de las presencias femeninas más atractivas de a cinematografía mexicana. En muy poco tiempo, Rosa Carmina era ya una superestrella. Sus primeros trabajos con Orol la consagran muy tempranamente en el Séptimo Arte, pues Rosa estelariza algunas de las obras cumbres de la filmografía oroliana que han pasado a la Historia como películas de culto. De ella sobresale el clásico "Gánsgters contra charros" (1948), curiosidad fílmica que ahora se preserva en cinetecas de Europa. Rosa Carmina se convierte en la "Reina de los Gángsters" de la cinematografía nacional. Probablemente, Rosa Carmina es la presencia femenina más destacada del llamado Film Noir en su versión mexicana.
Pero lo mejor aún estaba por venir. Orol, considerado como el "padre espiritual" del Cine de rumberas, promueve a Rosa dentro de este exclusivo género cinematográfico. Y es así como Rosa se convierte en una de las figuras icónicas de este género fílmico. En su paso por la saga del Cine de Rumberas mexicano, Rosa Carmina no solo filma bajo la batuta de Orol. Otros productores cinematográficos la convirtieron en la estrella de sus repartos. Películas como "Amor salvaje" (1949), "En carne viva" (1951), "Noche de perdición" (1951), "Viajera" (1952) y "Sandra, la mujer de fuego" (1954), son el legado fílmico de Rosa Carmina dentro del Cine de Rumberas.
En 1956, Rosa Carmina se deslinda profesionalmente de Juan Orol y comienza a moverse en otros géneros fílmicos, evolucionando a la par de un Cine Mexicano que exploraba en nuevas temáticas y corrientes fílmicas. A Rosa Carmina la vimos en Cine de luchadores ("La última lucha", 1959), comedias familiares ("¿Con quién andan nuestros locos?", 1960), Cine de fantasía ("Rostro infernal", 1963) y hasta amadrinó el llamado Cine de ficheras ("Bellas de noche", 1975). El Cine de autor también fue abordado en su filmografía, pues filmó con Arturo Ripstein la cinta "Rastro de muerte" (1981). Rosa Carmina también cruzó el Atlántico y filmó en España la cinta "Quiéreme con música", del cineasta Ignacio F. Iquino, en un intento de colocarla como una de las nuevas estrellas del cine musical español, intento que no avanzó debido al interés de Rosa de continuar su carrera en tierras mexicanas.
La popularidad de Rosa Carmina no se limitó al cine. Durante muchos años realizó espectáculos en vivo como cotizada vedette en los recintos más lujosos e importantes del México de la época. También apareció en el teatro. De hecho, al celebrar sus 45 años de trayectoria, Rosa Carmina montó el espectáculo "Rumba, poesía y canto", el cual alcanzó el millar de representaciones y fue patrocinado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA).
Rosa Carmina también fue la primera estrella en protagonizar un especial musical en la televisión mexicana. Fue justamente en este medio donde Rosa Carmina realiza sus últimos trabajos como actriz. Ya en los 1980s y 1990s apareció en algunos melodramas y series de la cadena Televisa como "La pasión de Isabela" (1984), "Juana Iris" (1985), "Muchachita" (1986), "Morir para vivir" (1989), "Simplemente María" (1989) "Hora marcada" (1989) y "María Mercedes" (1992). Con esta última telenovela, Rosa Carmina puso punto final a más de cuatro décadas de trabajo ininterrumpido como actriz.
Como ocurre entre las grandes divas de la cinematografía, alrededor de Rosa Carmina se han tejido historias y leyendas que han acrecentado su mito. De ellas podemos destacar el amor que despertó en dos dictadores latinoamericanos (de la República Dominicana y de Venezuela), y el hecho de haber inspirado al artista José Luis Cuevas para bautizar a la Zona Rosa de la Ciudad de México.
En las últimas dos décadas, Rosa Carmina se ha dedicado a disfrutar del fruto de sus años de trabajo. Durante varios años, Rosa Carmina radicó en Barcelona, España. Hoy en día, la nonagenaria estrella, cuya belleza aún impacta, radica en Suiza. En la actualidad, con la partida de este plano de las otras Reinas del Trópico de la cinematografía mexicana, Rosa Carmina, además de "Reina de los Gángsters" y "Su Majestad la Rumba", tiene también el título de "La Última Gran Rumbera".
LECTURA SUGERIDA: *Fernando Muñez Castillo: "Las Reinas del Trópico (María Antonieta Pons, Meche Barba, Amalia Aguilar, Ninón Sevilla & Rosa Carmina)", Ed. Grupo Azabache, 1993. *Rogelio Agrasánchez Jr.: "Beauties of the Mexican Cinema / Bellezas del Cine Mexicano", Archivo Fílmico Agrasánchez, 2001.
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