Por Luis Miguel Romero
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Uno de los actores más grandes nacidos en México. Indiscutible pilar del teatro, figura icónica de la cinematografía mexicana y presencia entrañable de la televisión. Más de seis décadas de una trayectoria impecable, y siempre activo y vigente. Vivió cerca de un siglo de vida y a lo largo de ella, a través de la ficción, vivió cien vidas. Se trata del actor mexicano Ignacio López Tarso y esta es su vida y carrera:
Ignacio López López nació el 15 de enero de 1925 en la Ciudad de México, México. Era hijo de Alfonso López Bermúdez y de Ignacia López Herrera. En su infancia, vivió en distintas ciudades del país. Fue en esta etapa de su vida cuando, una obra de un teatro de carpa, despertó en él la vocación por las artes escénicas. Curiosamente, en algún momento de su adolescencia, ingresó en un seminario para ser sacerdote. Posteriormente, tras realizar su servicio militar, también pensó en ingresar al ejército.
Más adelante, en busca de mejores condiciones de vida para su familia, se mudó a los Estados Unidos, trabajando en un campo de cultivo de naranjas en California. Una caída que le lesionó la espalda, le llevó a volver a México.
Una vez recuperado, en 1949, Ignacio se matriculó en la Academia de Arte Dramático del Instituto Nacional de Bellas Artes, donde fue discípulo de Xavier Villaurrutia y de Salvador Novo. También formó parte del Teatro Estudiantil Autónomo, dirigido por Xavier Rojas. Tras actuar en muchas obras estudiantiles, en 1951 debutó profesionalmente en teatro en el montaje “Nacida ayer”, de Garson Kanin. Fue Xavier Villaurrutia quién le recomendó cambiar su nombre artístico. Lo de “Tarso”, es por inspiración del santo católico Paulo de Tarso.
Aunque el cine inicialmente no despertaba su interés, en 1954 realizó un personaje menor en la cinta “La desconocida”, dirigida por Chano Urueta. En 1957 obtiene su primer rol estelar en la cinta “Vainilla, bronce y morir”, dirigida por Rogelio A. González y protagonizada por Elsa Aguirre. En 1958 trabaja a las órdenes de Luis Buñuel en la cinta “Nazarín”, a la par que comparte escena por primera vez con María Félix en la cinta “La estrella vacía”, dirigida por Tito Davison. Con Félix y Dolores del Río actúa también en “La Cucaracha” (Ismael Rodríguez, 1959). En 1959 también actúa en la producción española “Sonatas”, de Juan Antonio Bardem, también estelarizada por Félix.
La consagración cinematográfica de López Tarso ocurre gracias a la cinta “Macario”, dirigida por Roberto Gavaldón, y en donde comparte créditos con Pina Pellicer. La película se convirtió en un clásico y es la primera cinta mexicana en conseguir una nominación al Premio Óscar en la categoría de Mejor película extranjera.
Posteriormente, López Tarso actúa en cintas como “Juana Gallo” (Miguel Zacarías, 1961), con María Félix y Luis Aguilar; “Y Dios la llamó Tierra” (Carlos Toussaint, 1961), con Katy Jurado, y “La sombra del caudillo” (Julio Bracho, 1961), cinta que fue prohibida y censurada por el gobierno mexicano por varios años. La película “Rosa Blanca” (Roberto Gavaldón, 1961), protagonizada junto a Rita Macedo, corrió la misma suerte de la anterior y fue censurada por abordar temas políticos. Por esta cinta, el actor obtuvo su primer Premio Ariel de la Academia Mexicana de Cine.
Eventualmente actuó en “La bandida” (Roberto Rodríguez, 1962), donde comparte escena con María Félix, Pedro Armendáriz, Emilio Fernández y Katy Jurado; “El hombre de papel” (Ismael Rodríguez, 1961), donde encarna a un pepenador sordomudo y comparte escena con la actriz italiana Alida Valli; “Días de otoño” (Roberto Gavaldón, 1963), de nuevo junto a Pina Pellicer; “Cri-Cri, el grillito cantor” (Tito Davison, 1963), película biográfica sobre el célebre compositor de música infantil Francisco Gabilondo Soler; “El gallo de oro” (Roberto Gavaldón, 1964), junto a Lucha Villa y que contó con un guión de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez; “Tarahumara” (Luis Alcoriza, 1965), y “Pedro Páramo” (Carlos Velo, 1967), entre otras.
A la par de su carrera en el cine, López Tarso continúa su trabajo en el teatro. Trabajó en obras como “Cyrano de Bergerac” (1962), bajo la dirección de Ignacio Retes, y “Mi querido embustero” (1963), junto a Dolores del Río y en donde encarna al dramaturgo Bernard Shaw. En esta década, el actor también debutó en la televisión con la telenovela “Cuatro en la trampa”, de la cadena Televisa. Mención especial merece su incursión en el mundo de la música, siendo célebres los discos de corridos revolucionarios y poemas lanzados en los años 1960s y 1970s.
En la década de los 1970s, la carrera de López Tarso continúa en el cine. En 1970, realiza la tercera versión fílmica de la novela picaresca “La vida inútil de Pito Pérez”, bajo la dirección de Roberto Gavaldón. Posteriormente filmó cintas como “La generala” (Juan Ibáñez, 1970), donde actúa de nuevo con María Félix; “El profeta Mimí” (José Estrada, 1972), en donde encarna a un siniestro feminicida, y en la cual obtuvo una nominación al Ariel; “En busca de un muro” (Julio Bracho, 1974), película biográfica donde encarna al pintor José Clemente Orozco; “Rapiña” (Carlos Enrique Taboada, 1974), cinta de suspenso donde comparte créditos con Germán Robles y en donde de nuevo contiende para un Ariel; “Los albañiles” (Jorge Fons, 1975), adaptación de la obra de Vicente Leñero, la cual fue galardonada en el Festival de Cine de Berlín; “La casta divina” (Julián Pastor, 1977), que relata los abusos de poder de los caciques de Yucatán, y “The Children of Sánchez” (Hall Bartlett, 1978), co-producción con los Estados Unidos, y en donde comparte escena con Anthony Quinn.
En la década de los 1980s, la presencia de López Tarso se incrementa en la televisión, mientras que sus apariciones en la Gran Pantalla son esporádicas. Actúa en cintas como “Antonieta” (Carlos Saura, 1982), co-producción española sobre la vida de la promotora cultural Antonieta Rivas Mercado; “Under the Volcano” (John Huston, 1984), producción estadounidense protagonizada por Albert Finney y Jacqueline Bisset; “El otro” (Arturo Ripstein, 1984), y “Toña Machetes” (Raul Araiza, 1986).
Por otra parte, en la pantalla chica el actor participó en exitosas telenovelas como “El derecho de nacer” (1981), producida por Ernesto Alonso y estelarizada por Verónica Castro, y protagonizó la telenovela histórica “Senda de gloria” (1987).
En la década de los 1990s, López Tarso actúa en melodramas televisivos como “Imperio de Cristal” (1994) y “Esmeralda” (1997). En 1996, debuta en el teatro musical acompañando a Silvia Pinal en la obra “¡Qué tal Dolly!”.
En las últimas dos décadas de su vida, el actor solo realizó actuaciones especiales en películas. En 2007 debutó en el formato de serie televisiva en el serial “El Pantera”. En ese mismo año, el histrión obtuvo el Ariel de Oro en reconocimiento a su trayectoria cinematográfica. Participó en telenovelas como “La fuerza del destino” (2011), “Corazón indomable” (2012), “La malquerida” (2014) y “Amores con trampa” (2015).
Sin embargo, el actor se mantuvo activo en el teatro, en montajes como “Doce hombres en pugna” (2009), “Aeroplanos” (2015), “Un Picasso” (2016) y “El padre” (2017). Cuando la pandemia del COVID-19 mantuvo en resguardo a la población mundial, el actor incursionó en el mundo digital actuando en obras de teatro vía streaming. Desde 2016, el actor también formaba parte de la Academia de Cine de Hollywood.
En su vida personal, el actor estuvo casado con Clara Aranda, con quién procreó tres hijos, entre ellos el también actor Juan Ignacio Aranda.
Hasta sus últimos días, el actor se mantenía activo y sorprendía a público y medios por su energía, vitalidad y memoria prodigiosa. El histrión, que anhelaba llegar a cumplir el siglo de vida, casi cumplió su meta, pues falleció a los 98 años de edad en la Ciudad de México por causas naturales.
Ignacio López Tarso fue uno de los valores más destacados de México dentro de las artes escénicas, prueba de ellos la enorme ovación que el actor recibió en una universidad de Berlín en 1976, no por su calidad de “estrella”, sino por la enorme cantidad de piezas clásicas de grandes autores que el actor interpretó en los escenarios y en el Séptimo Arte durante décadas de una fructífera trayectoria profesional.
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