Por Luis Miguel Romero
Twitter: @LuisMiguelR01
Facebook: @LuisMiguelR02
Instagram: @luismiguelr03
Threads: @luismiguelr03
TikTok: @luismiguelr040
En las décadas de los 1980s y 1990s del siglo pasado, cuando el internet y las redes sociales todavía no reinaban y capturaban por completo la atención de las audiencias, el mundo encontraba diversión en cosas mucho más sencillas. En México, la televisión imperaba de forma absoluta como medio de entretenimiento masivo para el público. Era muy fácil que la publicidad televisiva generara verdaderos ídolos entre las masas. Lo curioso es cuando esos ídolos populares no eran seres humanos. Ya a inicios de los 1980s, una hembra de panda gigante llamada “Tohuí”, causó furor entre el público mexicano. Luego, la batuta se la cedió a otra especie animal. Su nombre era “Keiko”. Era una orca y esta es su historia.
“Keiko” era una orca (Orcinus orca), mamífero cetáceo de la familia de los delfínidos (Delphinidae). Se calcula que nació en 1976, debido a que contaba con unos dos años cuando fue capturada por un pescador en la bahía de Klettsvik, en Vestmannaeyjar, Islandia, en 1979. Era una cría, aún dependiente de su madre al momento de su captura.
Fue bautizada como “Keiko”, nombre japonés, cuyo significado se traduce como “afortunado”.
Tras su captura, fue vendida a un acuario islandés de Saedyrasfnid, en el que vivió durante tres años junto con otras orcas. En 1982, fue vendida al parque acuático Marineland, en Ontario, Canadá. Fue allí donde fue adiestrada en habilidades, saltos y piruetas para entretener al público. Fue desde ese lugar, en ese entonces, cuando aparecieron sus primeras lesiones dérmicas y una infección alrededor de su aleta pectoral.
En 1985, “Keiko” fue vendido a Reino Aventura, (actualmente Six Flags México), un parque de diversiones ubicado al sur de la Ciudad de México. Se dice que su llegada a México fue gestionada por el político mexicano Jorge Hank Rhon, famoso por haber estado involucrado en varios casos de tráfico ilegal de fauna silvestre. Se cuenta que Hank Rhon realizó gestiones ilícitas para que el animal cruzara de manera ilegal el espacio aéreo estadounidense. Al llegar a la capital mexicana, el Viaducto, una de las avenidas principales de la ciudad, fue cerrado para que el cetáceo se trasladara rápidamente hasta el sur de la capital mexicana.
“Keiko” permaneció diez años en Reino Aventura. Causó conmoción en México después de su llegada. Los medios de comunicación, específicamente la televisión, armaron una gran campaña mediática para promover al animal entre el público. La compañía de discos Musart lanzó al mercado un disco con dos temas dedicados a “Keiko” interpretados por la actriz y cantante Lucero, en ese entonces, popular estrella infantil. En 1987, el cetáceo realizó una aparición especial en la telenovela mexicana “Quinceañera”, de la cadena Televisa. En 1989, fue la protagonista de la película mexicana “Keiko en peligro”, cinta de acción y fantasía dirigida por René Cardona III.
“Keiko” contaba con cuatro entrenadores y un staff completo de ocho personas dedicadas por completo a su cuidado. Aunque los dueños del parque de diversiones alegaban que el animal estaba bien cuidado, ciertas alarmas comenzaron a sonar alrededor de su bienestar. Y es que “Keiko” siguió creciendo y su estanque en Reino Aventura le quedaba pequeño. Ken Balcom, director del Centro para la Investigación de las Ballenas del Estado de Washington, en los Estados Unidos, ofreció al parque la cantidad de 3.8 millones de dólares por el mamífero marino, para ser liberada tras un proceso de readaptación y reaprendizaje de sus capacidades silvestres, pero el parque se negó.
A inicios de los años 1990s, “Keiko” fue descubierta por cazatalentos de Hollywood, quienes buscaban una orca amaestrada para participar en la película “Free Willy”, dirigida por Simon Wincer para la Warner Bros. La película se estrenó en 1993 con un éxito inaudito, otorgándole a “Keiko” fama mundial, pero también encendiendo los focos rojos sobre su bienestar. En 1993, la revista Entertainment Weekly de Estados Unidos, publicó un artículo muy dramático donde describía las condiciones de vida crueles e injustas que enfrentaba el cetáceo. Ambientalistas, biólogos marinos, sus propios entrenadores y los administradores del parque, dieron su testimonio sobre el animal e iniciaron campañas para ayudarle. La revista Life también publicó un artículo donde dio a conocer las condiciones precarias en que vivía “Keiko”, dando a conocer que el animal ya no cabía en su estanque. La campaña por su libertad alcanzó niveles de respuesta sorprendentes. Y es que “Keiko” ya padecía lesiones dérmicas y virales, sufría de escoriaciones alrededor de las aletas pectorales y su aleta caudal y sus dientes inferiores observaban gran desgaste debido a su costumbre de morder los bordes de su piscina por aburrimiento y estrés.
La Alianza de Parques de Mamíferos Marinos y Acuarios propuso que el animal fuera enviado a un acuario con una piscina adecuada, la cual podría compartir con una hembra. Por otra parte, el Centro para la Investigación de las Ballenas del Estado de Washington propuso poner a “Keiko” en libertad.
El 1 de noviembre de 1994 se creó la Free Willy - Keiko Foundation, la cual surgió por iniciativa de sus entrenadores, la Warner Bros., el millonario Craig McCaw y por la organización ecologista Earth Island Institute. La fundación logró recaudar 20 millones de dólares. En medio del escándalo por su liberación, su película tuvo una secuela estrenada en 1995.
En 1995, ante la presión mediática y las más de 1500 cartas quincenales enviadas por gente de todo el mundo, Reino Aventura donó a “Keiko” a su fundación. Su partida de México causó tanta sensación como su llegada. Se lanzó un tema musical titulado “Adiós amigo Keiko”, interpretado por un grupo juvenil llamado La nueva onda. Antes de abandonar México, el cetáceo participó en la telenovela mexicana “Azul”, de la cadena Televisa.
Antes de liberar a “Keiko”, había que acostumbrarla a vivir en su hábitat natural. Su fundación la trasladó al Oregon Coast Aquarium, donde se construyó una inmensa piscina equipada con rocas marinas y agua salada. El animal salió de México el 7 de enero de 1996, en una emotiva despedida con niños llorando y una cobertura televisiva que fue transmitida a todo el mundo.
Poco a poco, la orca comenzó a mostrar una mejora en su nuevo hábitat. En 1997, se filmó con ella una tercera cinta que cerró una trilogía fílmica. La revista Time le dedicó una portada y el canal de televisión Discovery Channel grabó el popular documental "The Free Willy Story".
El objetivo inicial era liberar a “Keiko” en una bahía cerrada en el Océano Atlántico norte pero, tras largas discusiones con varias autoridades de los países de citada región, se decidió que "Keiko" debería volver a Islandia. El 9 de septiembre de 1998, la orca fue enviada a la bahía donde había sido capturada. Allí continuó su rehabilitación en un recinto dentro de la bahía, con un tamaño de 22 campos de fútbol y una profundidad de hasta 15 metros. Durante su estancia en la bahía, se le enseñó a ignorar todos los barcos, excepto el de Ocean Futures Society, los responsables del programa de la vuelta del animal a Islandia.
En 1999, “Keiko” enfermó del hígado y del pulmón y fue llevada a un fiordo en Noruega. En 2001, la asociación Humane Society of the United States tomó la batuta de su cuidado y traslados. El 11 de julio de 2002 fue oficialmente liberada en las costas de Islandia, en el mismo lugar donde 23 años antes había sido capturada. Se convirtió entonces en la primera y única orca en cautiverio que retornaba a su hábitat natural.
David Phillips, fundador de la Free Willy Keiko Foundation declaró:
«Rescatar a Keiko de una pequeña alberca en México y traerla de vuelta a casa, fue uno de los esfuerzos más espectaculares nunca hechos en pro de un animal. Keiko era un campeón, la ballena más increíble.»
Pero “Keiko” quedó afectada por estar en cautiverio desde muy pequeña. Nunca aprendió a comunicarse con las demás orcas y el mamífero permaneció muy apegado a los humanos. Antes de ser liberada, se le instaló un chip transmisor satelital con el que se monitoreaban sus movimientos y ubicaciones. Desde Islandia nadó unos 1400 kilómetros con varios grupos de ballenas salvajes. Pero aunque “Keiko” nadaba junto con otras orcas, nunca pudo integrarse en un grupo. También buscaba contacto humano constante y se acercaba a todos los barcos que veía. En Noruega, se instaló en la comuna de Halsa, tres semanas más tarde de su liberación. Allí permitía a pescadores locales interactuar con ella.
“Keiko” fue llevada a la bahía de Taknes, en la costa oeste de Noruega, con la esperanza de disminuir su contacto con los humanos. En diciembre de 2003, “Keiko” cayó enferma de neumonía. El cetáceo falleció el 12 de diciembre de 2003, con aproximadamente 27 años de edad.
“Keiko” fue sepultada a orillas de un fiordo noruego de la bahía de Taknes, en tierra firme y en una ceremonia secreta. El Oregon Coast Aquarium realizó un servicio memorial en su honor el 20 de febrero de 2004, al cual acudieron alrededor de 700 personas.
De manera póstuma, “Keiko” ha sido objeto de dos documentales. El primero fue “Keiko: The Untold Story” (2010), dirigido por Theresa Demarest, y el segundo “The Whale Who Would Not Be Freed” (2013), producido por el diario The New York Times.
La historia de “Keiko” queda como un fuerte recordatorio para el ser humano, que se siente omnipotente y con un complejo de superioridad que le da el derecho de disponer a su antojo del destino de otras especies animales. Y aunque en México pasó por condiciones de vida muy desfavorables, lo cierto es que el animal dejó un bello recuerdo, sobre todo en niños que tuvieron la oportunidad de disfrutar momentos de alegría y diversión que, quizá contagiaron un poco también al simpático animal.
Comentários