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Cine LGBT+: "El lugar sin límites"

Actualizado: 28 nov 2023

Por Luis Miguel Romero


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Durante décadas, abordar abiertamente el tema de la diversidad sexual estuvo censurado en el cine. Y el cine mexicano evidentemente no fue la excepción. Siendo además un país donde el machismo imperaba y era socialmente lo más aceptado, la situación se complicaba aún más. Si a eso se le suma la falta de información, dio como resultado que representar personajes del colectivo LGBT+ en las películas mexicanas, se hiciera de forma burlesca, estereotipada, limitada e incongruente. Por fortuna, el mundo evoluciona. En la década de los 1970s, el mundo se ve inmerso en la Revolución Sexual. Y ese “destape” se reflejó en el cine. Con una censura mucho más relajada, el cine mexicano comenzó a abordar el tema de la diversidad sexual desde otra perspectiva. Y quizá la película mexicana que abrió un parteaguas y cambió el rumbo de la historia, es la que analizamos ahora en este espacio de #CineLGBT+. Se trata de “El lugar sin límites”.



“El lugar sin límites”, es una película mexicana estrenada en 1978. Fue dirigida por Arturo Ripstein, basada en la novela corta del escritor y periodista chileno José Donoso, publicada en 1966. Fue protagonizada por Roberto Cobo, con las actuaciones estelares de Gonzalo Vega, Fernando Soler, Lucha Villa, Ana Martín, Carmen Salinas, Julián Pastor, Martha Aura y Emma Roldán. El argumento es el siguiente:



Don Alejo (Soler), es un rico terrateniente que se ha apoderado de prácticamente todo el pueblo de El Olivo. Durante años, Don Alejo se ha encargado de adquirir, por las buenas o las malas, todas las propiedades del pueblo con la intención de venderlas e incrementar su fortuna. Uno de los métodos utilizados por el cacique para presionar a la población a ceder o abandonar sus tierras, es despojándose de los servicios básicos, como la luz.

Pero hay un lugar en El Olivo que se resiste a desaparecer. Se trata de un viejo prostíbulo.

Dicho lugar floreció décadas atrás en El Olivo bajo el mando de una mujer apodada “La Japonesa” (Villa). En dicho prostíbulo habita un travesti conocido por todos como “La Manuela” (Cobo). “La Manuela” llegó al lugar trabajando como bailarín y transformista. Él y “La Japonesa” se volvieron grandes amigos y, a pesar de la homosexualidad de “La Manuela”, en una noche de copas, terminaron intimando y procreando una hija. Tanto “La Manuela” como “La Japonesa” gozaron de la estima de Don Alejo, asiduo cliente del burdel, quién permitió al lugar sobrevivir mientras el pueblo se iba quedando vacío.


"La Manuela" (Roberto Cobo).

"La Japonesa" (Lucha Villa).

Los años pasan y al morir “La Japonesa”, la hija que procreó con “La Manuela”, apodada “La Japonesita” (Martín), se hace cargo del burdel junto con su padre. Las glorias del lugar han quedado en el pasado y ahora sobreviven, con más pena que gloria, en medio del pueblo fantasma en que se ha convertido El Olivo. Don Alejo presiona cada vez más para que vendan y abandonen el lugar, pero “La Japonesita” se resiste a dejar su negocio y el pueblo.


En medio de este drama se encuentra Pancho (Vega), el joven protegido de Don Alejo. Pancho es asiduo visitante del burdel de “La Japonesita”. Él es un hombre casado y el típico hombre macho, viril, violento y bruto. Entre él y “La Japonesita” existe cierta atracción, sin embargo, Pancho no puede evitar sentir una atracción aún más profunda hacia “La Manuela”. El hombre termina por generar cierta rivalidad entre padre e hija. Lo grave aquí es que Pancho se niega a aceptar su atracción hacia “La Manuela” y su homosexualidad o bisexualidad, pues se contrapone ante todo lo que el representa. De esta manera, reacciona de manera violenta. “La Manuela” también se siente atraída por el hombre, pero al mismo tiempo, siente un fuerte temor ante la violencia con la que Pancho reacciona ante su orientación sexual reprimida. La situación tendrá un desenlace trágico.



"Don Alejo" (Fernando Soler).

La filmación de la película fue toda una odisea. Para comenzar, el título de la película hace referencia a lo que el pueblo de El Olivo se ha convertido: un lugar abandonado, marginado, fuera de la ley, una tierra de nadie, sin principio y fin, y cuyo único límite imaginado es la voluntad de Don Alejo.


Ripstein se involucró originalmente con la novela corta de José Donoso debido a su amistad con el cineasta Luis Buñuel, quién originalmente dirigiría la cinta en España. Al dejar Buñuel el proyecto por no encontrar a un actor ideal en su país para interpretar a "La Manuela", Ripstein lo tomó bajo su mando. Ripstein contó con el apoyo del escritor José Emilio Pacheco (“Las batallas en el desierto”) para la adaptación del guión.

A pesar del prestigio que Ripstein ya había logrado como director, no contó con un presupuesto abundante para la filmación. La cinta se filmó en el municipio de Río Bordo Blanco, Querétaro, y los sets y el vestuario se realizaron de la manera más austera posible.


"La Japonesita" (Ana Martín) & "Pancho" (Gonzalo Vega).

La elección del elenco fue un caso aparte. Dentro de la producción del filme se encontraba el también cineasta Francisco del Villar, quién no gozaba de buena relación con Ripstein y sus diferencias creativas chocaron desde un inicio. Para el rol de “La Japonesita”, Ripstein ha revelado que él siempre tuvo en mente a la actriz Blanca Guerra, entonces muy joven y poco conocida mediáticamente. Sin embargo, del Villar fue quién impuso a Ana Martín, quién era ya una actriz de renombre y cotizada. Para el rol de "La Japonesa" Ripstein pensó originalmente en Katy Jurado, quién se encontraba en medio de otro proyecto. Pero el problema mayor fue encontrar a ”La Manuela”. Ripstein siempre pensó en contratar a un actor que estuviera relacionado con el baile y la comedia, dada la personalidad y oficio del personaje. Su primera opción fue el actor cómico y bailarín Adalberto Martínez “Resortes”. Al leer el guión, “Resortes” se sintió ofendido en interpretar a un personaje homosexual y travesti. Furioso, dio su negativa a Ripstein a participar en el proyecto y lo agredió verbalmente:


“Cuando necesite un director joto, te llamo”.

También se consideró para el personaje al actor español José Luis López Vázquez, quién tampoco pudo concretar su participación. Ripstein encontró entonces a Roberto Cobo “Calambres”, actor y bailarín mexicano muy popular en el cine nacional de los 1940s y 1950s, recordado por sus colaboraciones con Luis Buñuel en cintas como “Los olvidados” (1950). Cobo (abiertamente homosexual) se encontraba prácticamente olvidado y trabajaba como bailarín en centros nocturnos de la Zona Rosa de la Ciudad de México y de Acapulco. Esta cinta, fue su retorno estelar al cine.



Ripstein reveló que dirigir a Cobo no fue sencillo. Era un actor temperamental, explosivo, muy alto y muy fuerte. Era curioso que un hombre con su físico fuera tan bueno en el baile.

“El lugar sin límites” ostenta el honor de ser la cinta mexicana en mostrar el primer beso gay de la cinematografía mexicana. El actor Gonzalo Vega ha revelado que filmar la escena del beso fue muy compleja, en parte debido también a lo tosco e intenso que era Cobo, incluso para moverse.


“El lugar sin límites” ha sido nombrada como la novena mejor película mexicana de todos los tiempos, de acuerdo a una encuesta realizada por la desaparecida revista “Somos” en 1994 a diversos críticos, productores y periodistas de cine. La cinta también obtuvo diversos galardones, entre ellos los Premio Ariel del cine mexicano a Mejor película y a mejor actor para Roberto Cobo. Ripstein también obtuvo el premio del jurado en el Festival de Cine de San Sebastián, España. La cinta también fue considerada, sin éxito, para representar a México en la terna de Mejor película extranjera en la entrega de los Premios Óscar del cine hollywoodense.


“El lugar sin límites” es un must obligado de todo buen amante del cine, y por supuesto, todo miembro de la comunidad LGBT+, debe de echarle un vistazo en algún momento. Es una pieza clásica y de carácter histórico y casi obligatorio en la historia de la comunidad LGBT+ mexicana.



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