Por Luis Miguel Romero
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Aquellos que hablan con desdén de la televisión mexicana, específicamente del género de las telenovelas, calificándolas como productos basura, enajenantes y de baja calidad de producción, aquí les tengo un ejemplo perfecto de ese dicho que reza que, toda regla, tiene sus excepciones. En el año de 1988, se produjo una de las telenovelas más destacadas de la historia del género en México y en el mundo y, cuya calidad de producción, sigue asombrando al público a pesar de haber transcurrido tanto tiempo. Ni las tan celebradas narconovelas contemporáneas, pueden ufanarse de tener una calidad de producción tan digna como este melodrama televisivo clásico. Sin más preámbulos, en este espacio de #Telenovelas, analizamos “El pecado de Oyuki” (1988).
“El pecado de Oyuki” fue una telenovela mexicana producida por la cadena Televisa en el año de 1988. Fue producida por Lucy Orozco, basada en la historieta homónima de la autora Yolanda Vargas Dulché (1926-1999). La historia fue publicada originalmente en 1949, en formato de fotonovela dentro de la revista “Pepín”, popular historieta de corte popular que se publicaba en México en los años 1940s y 1950s, y en la cual Vargas Dulché comenzó a publicar sus primeros argumentos.
El argumento de “El pecado de Oyuki”, guarda cierta similitud con la de la de la novela “Madama Butterfly” (1898), de John Luther Long, la cual muchos conocen mejor por su adaptación a la ópera por Giacomo Puccini (fusionada con otra novela similar: “Madame Chrysantheme” (1887), de Pierre Loti) . Probablemente Vargas Dulché se inspiró en esta historia para construir su ficción (chequen las coincidencias entre sus argumentos).
El argumento es el siguiente:
Oyuki Oguino es una bella muchacha nacida en el campo, en una provincia del Japón de principios del siglo XX (en la telenovela, la fecha se cambia al Japón contemporáneo). Tras quedar huérfana, la joven queda bajo la batuta de su perverso hermano mayor, Yutaka Oguino, un hombre oportunista y cruel, quién se aprovecha de la belleza de su hermana para explotarla, obligándola a bailar en los Ryotei (una suerte de salones de variedades y restaurantes tradicionales del Japón) de Tokio, con la esperanza de que la joven se gane los favores de un hombre poderoso que la mantenga, y de paso también a Yutaka, su supuesto “representante”. Aquí se abre un paréntesis para señalar que Oyuki no es propiamente una geisha como muchos se imaginan, pues ella no lleva una vida como cortesana o acompañante, es simplemente bailarina. La infelicidad de Oyuki encuentra consuelo al conocer a Irving Pointer, un joven pintor británico, hijo del embajador del Reino Unido en Japón. Ambos se enamoran, enfrentándose, por un lado, a las ambiciones de Yutaka, y por el otro al choque cultural con la gente de Irving, especialmente su madre, Lady Elizabeth, una mujer racista y clasista que no ve con buenos ojos que su hijo se relacione con una mujer que no es de su raza. Oyuki pasará por todo un calvario y vicisitudes en el transcurso de la historia.
En su primera publicación, en 1949, Oyuki fue interpretada por la joven Sachiko Tsuchiya. En 1977, la historia fue relanzada ahora dentro de la serie “Lágrimas, risas y amor”, de Editorial Argumentos (después Grupo Editorial Vid), propiedad de Vargas Dulché y su familia, con un éxito rotundo en ventas.
En 1988, la actriz mexicana Ana Martin, buscaba un proyecto en televisión con el cual se despediría de los personajes de dama joven. Se le ocurrió la idea de estelarizar “El pecado de Oyuki”, una de las pocas historias de Vargas Dulché que no se habían adaptado al formato de telenovela. Su idea fue aprobada por la cadena Televisa, quién a su vez encomendó el proyecto a la productora Lucy Orozco. Orozco, a su vez, debutaba como productora de televisión, luego de varios años en el mundo del cine. Orozco le otorga su primera oportunidad de dirigir televisión al director Benjamín Cann. El único problema que había era el costo de producción. Había que viajar a Japón para grabar el melodrama. Los ejecutivos de Televisa inicialmente apoyaron la moción, pero al ver lo estratosférico de la producción, decidieron filmar solo los exteriores. El reto fue entonces mayor. Hubo que recrear Tokio en un terreno ubicado en las inmediaciones del Ajusco, al sur de la Ciudad de México. La escenógrafa Cristina Martínez de Velasco y la ambientadora Teresa Pecanins, hicieron un trabajo espléndido creando una réplica exacta de sitios emblemáticos de Tokio, incluyendo una réplica del tren bala.
Por su parte, Lucy Orozco realizó un proceso de investigación muy riguroso que duró meses. Ana Martin había sugerido para su caracterización a un maquillista ganador de un Premio Óscar en Hollywood. Pero ante el costo de producción, se contrató al maquillista japonés Takeshi Hazama, mismo que tardaba dos horas en caracterizar a Ana Martin, con resultados sorprendentes: Martin lucía regia como una bella muchacha japonesa. Para sus números de danza en los Ryotei, se diseñaron unos espectaculares trajes bajo la batuta de Alejandro Gastelum. El resultado son unas piezas textiles dignas de exposición en museos debido a su calidad artesanal. La caracterización de Martin impactó al mundo entero.
El elenco que acompañó a Martin fue de primer nivel, comenzando por los antagonistas: Salvador Sánchez (Yutaka) y Martha Roth (Lady Elizabeth). A ellos los acompañaron Jorge Martínez de Hoyos, Evangelina Elizondo, Anna Silvetti, Rafael Sánchez Navarro, Nuria Bages, Ana Luisa Peluffo, Patricio Castillo, Patricia Bernal, Alicia Encinas, Margarita Isabel y Martha Zamora, entre otros. Mención especial merece el cuadro de actores de origen asiático que enriquecieron el casting, como Yoshio, Noé Murayama, Margo Su, Erika Kasuga y Carla Nakatani. Otros actores mexicanos fueron caracterizados como orientales: Angelina Peláez, Carmelita González, Cecilia Gabriela o Aurora Clavel. El elegido para interpretar a Irving, el co-estelar masculino, fue el actor argentino Boy Olmi. Famosa fue la supuesta aversión que mantuvieron Boy Olmi y Ana Martin durante la grabación de la novela.
La telenovela se estrenó el 15 de febrero de 1988 por el canal Las Estrellas, en el prime time, rompiendo récord de audiencia. Obviamente, gracias a su temática internacional, la telenovela tuvo mucho éxito en su transmisión en diversos sitios del globo, principalmente en países asiáticos. Se cuenta que Ana Martin viajó a Japón, donde tuvo un encuentro con el Emperador Akihito, quién le pidió acudir a su encuentro caracterizada como Oyuki.
Ante el clamor de las nuevas generaciones, la telenovela ha sido retransmitida en dos ocasiones por el canal de paga de Televisa TLNovelas, en 2016 y 2022.
“El pecado de Oyuki” es una de las grandes joyas de la televisión mexicana. Y aunque no se sea afecto a consumir melodramas televisivos, es una historia que vale la pena apreciar, sobre todo por la calidad de producción artesanal que no hemos vuelto a ver, tristemente, en la televisión mexicana.
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